domingo, 29 de octubre de 2017

Flor marchita en la primavera de la vida.

¿Porqué el tiempo transcurre tan despacio cuando somos niños? ¿Porqué el futuro parece una eternidad inabarcable de tan grande? ¿Porqué nunca volvemos a sentir nada con tanta intensidad?.

Desde hace un tiempo estas preguntas se encuentran rondando por mi cabeza y es que, desde que las escuché por primera vez no dejo de repetirme que son casi tan reales como el papel que estás sujetando ahora mismo. Todo recuerdo de mi infancia está rodeado por aquella sensación de maravillosidad y estupefacción que sentía, como la de un recién nacido abriendo los ojos por primera vez.
Con el paso del tiempo vas abriendo más los ojos (en el sentido figurado de la palabra) y vas dándote cuenta de que la realidad no es tan dulce como desde entonces habíamos apreciado. Poco a poco todo va pareciendo ser más fragil, más cínico, más amargo, hasta que llega el momento en el que te preguntas ¿que es? ¿de donde viene esa sensación constante de una plenitud sin definir? Esa sed de experiencias vitales que hacen que quieras estar en todos los lugares menos donde estás.
 La vida parece estar siempre a la vuelta de la esquina, en algún momento fugaz que ya ha pasado y solo queda en la memoria. Nunca aquí, nunca ahora.
Sin embargo, dentro de esta cruel realidad en la que vamos entrando poco a poco cada vez que crecemos un poco mas, esta realidad llena de responsabilidades, órdenes, necesidades, seguirá abarcando algo que, bajo mi simple punto de vista, debe estar por encima de todo, lo cual es el amor. Saber apreciarlo, cuidarlo y aprovecharlo al máximo todo el tiempo que se pueda, venga de quien venga, se exprese como uno sepa peculiarmente expresarlo, independientemente de que seas cursi o no, cariñoso o no, pegajoso o no. Todo el mundo lo expresa como sabe hacerlo, pero todo el mundo, por increible que parezca, lo necesita para poder seguir adelante en esta loca experiencia llamada vida.
Vida, ¿que podemos esperar de ella?. Un cuerpo. Un cuerpo que funciona, que se tensa y se relaja de forma natural. Un corazón elástico, que vibra y se mueve, listo para sentir. Y este, como ley de vida que es, envejece. Pero si el deterioro, la fatiga y la desesperación acaban llegando, uno espera al menos conservar los recuerdos. Y que mejores recuerdos que los que he creado y puedo crear a tu lado, vida mia. En el momento que esto llegue a ocurrir no podré ser más feliz, porque tú estarás en ellos.

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